Cómo conectar con la calma en circunstancias adversas: la paciencia.

En este artículo os traigo uno de los temas que además de fascinarme, me parece muy importante para conectar con la calma y tranquilidad. Y es que en el transitar de nuestros días, son muchos los momentos en los que a menudo nos hace falta tomar la paciencia de aliada. Esos días que todo parece torcerse, esas personas que no nos tratan como nos gustaría, resultados que no son los esperados, imprevistos y obstáculos que no esperábamos y que nos sacan de nuestras casillas. En todos estos casos cultivar y estar en contacto con la paciencia es además de un acto de amor propio, una forma de cuidar nuestras relaciones con los demás y con el mundo que nos rodea.

La paciencia es mantenernos en calma cuando el momento nos invita a todo lo contrario y por ello hay que ser muy persistentes y conscientes en mantener activos nuestra conexión con ella. Si tenemos en cuenta lo importante que es esta conexión para nuestro bienestar y calma mental, habremos dado el primer gran paso.  Y es que en muchos momentos tener la mente agitada no viene por unas circunstancias que nos provoquen un gran malestar o sufrimiento, sino más bien por la acumulación de esas pequeñas insatisfacciones cotidianas.

Pero todo esto que te cuento tiene su valor real cuando lo ponemos en práctica, porque es bien necesario saber que la paciencia es un acto en sí misma y no se trata de mantenerse en un modo pasivo ante la vida. Tampoco se trata de aguantar todo lo que nos venga, resignarnos o permitir que los demás nos traten de una forma irrespetuosa.

De forma más concreta te cuento esa forma práctica de aplicar la paciencia.

  • Lo que está sucediendo justo en ese momento es inevitable.  Con esto me refiero a quitar los “Y si…” de nuestro diálogo interno. Si una situación ya se ha comenzado a manifestar, rechazar o poner la energía en que debería de ser de otra forma no nos lleva a ningún lugar agradable. Nos podría dar información para anteponer resultados en circunstancias similares pero esta situación ya se ha conformado de esta forma concreta. Abraza lo que está sucediendo como la única posibilidad de existencia en ese momento concreto.
  • La impermanencia de las cosas. Absolutamente todo acontecimiento en la vida es impermanente y no dura eternamente. No le añadas energía a algo que, por esta ley natural, antes o después desaparecerá.
  • Relativiza la importancia de lo que está sucediendo. Hay circunstancias que necesitan de nuestra atención y que requieren ser abordadas de cierta manera. Sin embargo, muchas otras no son de tal importancia y solo nos hemos aferrado que deberían de ser tal y como nosotros imaginamos. Diferenciar unas de otras te ayudará a relativizar su importancia y a simplemente dejarlas pasar.
  • Suelta las expectativas. Enlazada con la anterior, tenemos una gran tendencia a imaginar con todo tipo de detalle la forma y manera en que algo sucederá. La mayor parte de las ocasiones no sucede tal y como lo imaginábamos. De ahí mi invitación a soltar las expectativas.
  • Sé compasivo contigo. La paciencia comienza por ser pacientes con nosotros mismos. Por conocernos de forma clara, sincera y desde el autocuidado. Se trata de aceptarnos tal y como somos, perdonarnos, comprendernos profundamente. Y desde ahí transformar si lo creemos oportuno. Seamos compasivos con nosotros mismos para poder ser compasivos también con los demás.
  • Sé compasivo con los demás. Ahora toca ponerse en el otro lado y entender que al igual que nosotros sufrimos, nos equivocamos, tenemos nuestros patrones y a veces somos secuestrados por las emociones, a los demás también les pasa.
  • Reduce y mantén a raya el impulso de la ira. Cuando nos enfadamos, el vendaval de la ira nos envuelve y no nos deja ver más allá de nuestro estado. Todo se magnifica y en ocasiones hacemos, decimos y pensamos cosas que realmente no somos y no nos pertenecen. Date un momento antes de dejarte llevar por la ira, que en muchos casos viene acompañada por la culpa.
  • Aprende a soltar, medita, respira profundo, sana tu interior, siembra calma en ti y sobre todo riega cada día las semillas de la paciencia.

Imagina por un instante que todos cultivásemos la mirada de la paciencia, que hiciésemos ese acto revolucionario de reconducirnos a estados de calma cuando todo nos invita a lo contrario. Comienza por poner ese granito en el mundo donde deseas habitar. Sé el cambio que quieres ver en el mundo.

Gracias por estar al otro lado hermoso ser de luz.