Cuando lo necesites, habla con tu mente, pídele que se calle.

¿Cuántas veces nos sentimos condicionados por lo que nuestra mente nos cuenta? En esos momentos en los que la mente no para desearíamos tener un botoncito para poder apagarla. Yo aún no he encontrado ese botón, pero sí que tengo un útil recurso para poder acallar nuestra mente y que ahora te cuento. Y que no es más, que tomar el control y decirle de una forma directa y concreta a tu mente que se calle.

Partimos de la idea, de que no somos nuestros pensamientos sino el espacio donde estos se encuentran. Por nuestra mente pasan miles de pensamientos a lo largo del día, algunos ni siquiera somos conscientes de ellos. Pero ahí están, aunque no los escuchemos. Cuando aparece una situación que nos preocupa o nos causa malestar, se activa el modo bucle y comenzamos a escuchar nuestros pensamientos más altos. ¡Tanto! ,que parece que nos gritan. Y comenzamos a “darle vueltas al coco”. Hábito de un mecanismo automático que nos causa tanto malestar.Normalmente, de un simple pensamiento, pasa a ser un diálogo, después se convierte en una historia y comenzamos a entrar en ese modo bucle. Ese que nos molesta tanto y es difícil parar. Si al menos nos sirviese para algo, ¿Verdad? Pero es que encima no nos damos cuenta que no nos soluciona nada, eso sí, nos lleva a un malestar considerable. Y de ahí la necesidad de saber parar todo eso.

Cuando estamos relacionados con el punto de vista de observador, cuando nos mantenemos conscientes en lo que pensamos y en la capacidad que tienen nuestros pensamientos de provocarnos cierta tortura, podemos ver con mucha claridad que esto ocurre de manera automática y que podemos hacer algo para que esto no se convierta en un auténtico pesar y desequilibre nuestra salud mental. Además, con la práctica, incluso podemos ver cuál es el tono o la calidad que tienen los pensamientos y por lo tanto también podemos modificarla.

Además de la respiración, que es un gran y efectivo método para conseguir calmar la mente,en este caso, vamos a crear una forma directa y un poco más impositiva. Para conectar con el silencio debemos pedirle a la mente que se calle. «¡Cállate mente, no quiero escucharte más!» Así, tal cual. “Mente, por favor, así no me ayudas en nada” “Necesito que te calles”. Puedes hablarle como más cómodo o cómoda te sientas y utilizar tus propias palabras. El tono en el cuál manifiestes tu mensaje va a depender de la intensidad de la rumiación en la que te encuentres, de cómo de mal te sientes, para hablar claro. Puedes probar de forma suave o más brusca, pero ten claro que tendrás que ser persistente en tu cometido porque su hábito de repetirse constantemente, hará que no acate la orden a la primera de cambio. Es necesario persistir en el intento.

Puedes recurrir incluso a la justificación de tu pedido. Puedes decirle que para poder abordar la cuestión que te inquieta, necesitas silencio y que sus continuos mensajes no te permiten llegar a ver la situación de una forma clara y desde una perspectiva global, consciente y resolutiva. Incluso podrías optar por el camino de la compasión, decirle que dejarte llevar por el bucle que te propone, solo te lleva a un mayor malestar y desasosiego y que eso, no es lo que quieres para ti.

Es importante que esta herramienta de quietud mental no sea confundida con la evasión o huida de aquellas cosas que son importantes para nosotros y con las que debemos conectar y ser resolutivos. La idea es utilizarla cuando el bucle mental es dañino y poco efectivo. Cuando nos enfadamos con alguien, cuando alguien no nos ha tratado como debería, cuando ponemos una expectativa en algo y no sale como esperábamos… Es en esas situaciones y en las que conllevan este rumiar sin sentido, en las que te invito a utilizar este recurso. En aquellas, en las que en andar en “círculos emocionales similares” nos provoca más y más malestar interno. Que además, condiciona nuestro comportamiento externo. En pocas palabras: No seguir echando más leña al fuego.

Recuerda: no eres lo que piensas, eres el espacio de consciencia donde existe un continuo transitar de pensamientos. Eres el espacio corporal, donde existen un continuo transitar de emociones. Eres capaz de tomar las riendas y elegir cómo quieres abordar aquello que te ocurre. Si bien que lo que te ocurre en sí mismo, no es tan sencillo de controlar. Habla con tu mente, ponte en el punto de dirigir y no en el de ser dirigido.

Te animo a probarlo, saber si es útil para ti y sí quieres pues me cuentas.

Me despido con mucho amor hasta el siguiente encuentro. Gracias por estar al otro lado.

Un abrazo hermoso ser de luz.